Me reencontré con estas fotos de hace poco menos de 2 años, cuando con la maleta hecha y lista para volver a Eruopa, decidí cambiar de rumbo y escuchar el instinto que me quería traer al Valle.
Con la casa a cuestas, Daniela Edgar y yo recorrimos - ¿Cuántos kilómetros habrán sido? - en 4 días hacia la incertidumbre del Valle Sagrado de los Incas. Y claro, no podía haber sido de otra forma. Agradezco poder cambiar de opinión y de rumbo libremente, tener amigos como ellos con quién recorrer mares, punas, montañas y cañones. Amigos de oro con quien admirar curvas, cantar en portugués y maravillarse por lo bella que es la vida. Agradezco poder viajar por tierra, por aire y agua, y lograr sentirme adoptada por lugares que no son míos. Hija de ningún lado y de todos ellos.